Lo que la feria nos dejó...

Otra feria en Villa de Cos...
Nuevamente llegó el Mil Tacos, como siempre 5 días antes que todos los otros puestos... y todos los vecinos, a esconder sus mascotas. (Hay un mito rural de que el secreto de estos guisos es la carne canina y felina)
También llegaron tempranamente los puestos de dulces, y luego los juegos de siempre...
Como todo buen mandilón, cada año hago un recuento de trastes requeridos y voy juntando mis ahorros para estrenar tepalcates, como cada año junto una buena bolsa de trastos sin tapa, tazas sordas, tapas sin recipiente, vasos percudidos y todo lo que se acumule, me las llevo en una bolsa negra de camiseta y disimuladamente la dejo "olvidada" entre los puestos de la feria. Luego de esta acción de reciclaje me dispongo a estrenar algunos nuevos trastes... recuerden que en la feria "a traste huele"
Una evidencia del calentamiento global, de un drástico incremento en la temperatura del planeta... ¡¡¡¡No vinieron los gritones que venden cobijas!!!!
Este 2010 no vinieron los pájaros adivinadores, quizá murieron asados en un guiso del mil tacos, y tampoco trajeron la rueda de la fortuna... Saben, este tradicional juego mecánico sirve como una lección de humanidad a los actores políticos, mediante el refrán: "la política es como subirse a la rueda de la fortuna, cuando estés arriba, no te marees y cuando estés abajo no te culees"
Pero hablando de las novedades, podemos decir que llegaron unas esferas para revolcar niños dentro del agua, que armaron unos brincolines de doble piso con resbaladilla interior (y con sucursal en el centro de la Villa) y que los muchachos que amarraban a los usuarios de la "resotera humana" les daban unos estirones que hasta acá abajo se les veía una cara de angustia como de ""¿y para esto pagué?"
Con la finalidad de dar a conocer a mis seguidores de un espectáculo sorprendente, me atreví a entrar a ver a "la mujer lagarto" y su zoológico de animales sorprendentes. Luego de pagar y entrar a un pequeño cuartito armado de cortinas brillosas, aunque arrugadas mugrosas y con algunos agujeros, se organizaba ante nuestros ojos un muestrario de grandes frascos (como los de mayonesa de a 2 kilos), de oxidadas tapas en los que contenía un líquido turbio y dentro de ellos flotaban: "el conejo de dos cabezas", "el puerco con nariz humana", "el pollo de cuatro patas", "el feto de vaca con mirada melancólica". A los costados, aparecen disecados un borrego con dos cabezas, y un chivo que sabia leer (ojo, sabía leer, mas no sabía hablar). Observar estas criaturas sorprendentes ha de llevar algunos 20 segundos, cuando mucho, así que cuando ya dan ganas de entrar a otra pequeña habitación, esta si mas oscura, donde se verá a la mujer lagarto, de repente sale una señora con cara de seria y le dice a uno: espérese tantito... y detrás de ella sale una niña, con cara de asustada, tapándose la nariz y la boca con la mano. Vuelve uno a dar otra pequeña repasada a los frascos, hasta casi empieza uno a notar que se derrite la plastilina dentro de ellos. De repente, de dejan entrar a ver a la mujer lagarto. Yo no me había fijado en la publicidad exterior, en donde aparece ilustrada una mujer de grandes pechos y sedoso cabello, con el torso unido al cuerpo de un cocodrilo; no, hasta después me fijé. Por eso ahora me parece todavía mas tormentosa la imagen que pudimos ver.
El cuarto esta a media luz, y una malla mosquitera de color negro enmarca un campo visual que permite ver una mesa, llena de conchas viejas y trozos de follaje de plástico desordenados, luego, encima de esta mesa, una pecera (o un vidrio que lo simula) que contiene unos bultos verdes, de textura grumosa, como hechos de papel sanitario remojado, que se dispusieron para formar -con algo de imaginación- el tronco extremidades y cola de un lagarto, unido a este, aparece la cabeza de una mujer, un poco inclinada y visíblemente incómoda.
No se puede soportar ver tanto a esta mujer, es evidente que el hastío y el cansancio hacen desviar su mirada, me sorprendió la resequedad de su cara, junto a sus labios se notaban marcas blanquecinas (como de babas resecas) pero lo que me pareció mas irritante fue su cabellera, desordenada, maltratada, con un brillo extraño, mas raro aún que las greñas de un mecánico de rancho. En serio que salí triste de ese lugar... pensar que esa chica se encuentra en ese estado (dicen que por maldecir a sus padres) que tiene que andar pueblo tras pueblo, pero sobre todo traer esa peluca o lo que es peor... tener esos pelos. Prefiero la calvicie.
Otros días me dio coraje ver ese puesto, no solo por la imagen que aparece afuera, bien peinada y exuberante sino porque ya cobraban la mitad.... En fin, todo sea por ilustrar a mis ciber lectores.
Esto es lo que me dejó la feria, trastes nuevos y un poco de melancolía; que me fue apaciguada con una deliciosa torta de Chorizo... mmmm

Saben, todavía hoy, 8 de octubre siguen ahí los expendios de venta de cerveza, a mitad de la calle olvidados y rellenos de aserrín. Todavía huele a cebo en donde estaba el mil tacos. Es lo que nos queda de la feria...
Gracias por sus comentarios.