Marranadas

Los marranos, puercos, cerdos, cochinos, chanchos o marruzcas son unos animales que producen al mismo tiempo tanto rechazo como afecto. En esta ocasión quiero comentar algunas historias donde el personaje central son los marranos.
Ya anteriormente hablé sobre la cochina güera que "el chipotón" pidió -por telégrafo- que fuera sacrificada para poder regresar de un fracasado viaje por la Unión Americana. Comentaré muy someramente que un candidato a la presidencia municipal lloró, no porque perdió la contienda electoral, sino porque tuvo que haber matado a su cochina para esa ocasión, y al no haber ganado, pues lamentó el sacrificio.
Hay otra historia muy inquietante que se refiere a que durante las tradicionales peregrinaciones a Plateritos, en una de las paradas del camino -cuando recién está amaneciendo y el cuerpo pide descanso- manadas completas de marranos acechan a los peregrinos que discretamente se apartan a "hacer del cuerpo" imitando a la pasta de dientes y los cochinos se alimentan de aquello que sale, no siendo esto lo molesto sino cuando la lengua del cochino quiere hacer las veces de papel sanitario....        ¡ups!   (pausa para arrugar la cara).
Cambiando de escena, aunque no de tema, todos sabemos que los marranos son muy escandalosos al momento del sacrifio; de hecho, antiguamente cuando no se contaba con rastro municipal, y en los corrales de las casas se disponía a sacrificar a un puerco, los fuertes sonidos emitidos por éste antes de morir eran una señal para los vecinos de que habría carnitas y chicharrones. También es muy recomendado (sobre todo por los que saben de Química) que no se haga esforzar a la marruzca sobre todo que no se tenga que corretear ya que la carne será dura y de sabor amargo.
Así pues, nuestro amigo TOLO, personaje de esta página descubrió un método muy noble para sacrificar a los marranos, y sucedió de esta manera:  Allá en los talleres Araiza, frente a la gasolinera del crucero, los parientes del Tolo tenían un cochino en engorda para los 15 años de una de sus hijas. El improvisado cochinero consistía en unas viejas redilas de camioneta que proporcionaban muy poca sombra al puerco y podían sujetar con un mecate al animal. Aquel dia que el Tolo andaba de visita por allá, se molestó con los muchachillos que estaban haciendo enojar a la marrana, azuzándola, apedreándola. Pobre cochina, cansada, asoleada y hasta toda enredada en el mecate despertó la lástima de el Tolo quien -para refrescarla- le arrojó en plena cabeza una tina de agua. Cual fue la sorpresa de todos, que en el acto, la marrana cayó rígida, luego de un par de contracciones y quedó allí, completamente difuntiada; según el peritaje médico se le diagnosticó que con el cambio tan brusco de temperatura el cerebro se le cuajó. Platican los testigos que el pesar y el lamento se hicieron presentes en la señora madre de la quinceañera y le decía -- marrana... marranita... para que te morías... si eras para la quinceañera... Como faltaban todavía como 8 meses para la fiesta, según platican tuvieron que cambiar el menú.
Desde entonces, el Tolo es muy solicitado en su barrio para que sacrifique -con su innovador método- a los cochinos de los vecinos.

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