Anécdota Etílica No. 1

Aquí les presento la primera anécdota etílica de esta temporada; espero sus comentarios y aportaciones.
Resulta que nuestro personaje principal, al que llamaremos Hétor (para proteger su personalidad) le era muy dado a tomar ese líquido que vuelve locos a los hombres.
Y resulta que en su caso, si que lo trastornaba ferozmente. Este muchacho solía embriagarse esporádicamente los sabaditos por la tarde, empezaba con unas "cervatanas" cotorreando con los amigos; ya pasadita la tarde se echaba unos tequilas o en su caso unos "torres 10". El muchacho terminaba ya muy aventajada la noche y se iba a pernoctar un rato; para esto -nada fuera de lo normal- su señora ya empezaba a temer los estragos del día siguiente.
Como a medio día del Domingo, para curarse la cruda, pues otras "chelas"... pero, para apagarse la "otra sed" esa sed que no es de agua y esa hambre que no es de comida, pues... como decirlo...
Empezaba por despachar a los niños con sus abuelos, les daba sus 20 pesotes de "domingo" y -ándele mijo, al rato vamos por ustedes-
Se echaba sus buenos chilaquiles, para no tener la panza vacía y ¡Sopas! Viejita... donde andas... se encerraba "a piedra y lodo en su habitación junto con su esposa y... (censurado, solo se escucha el golpeteo de la cabecera de la cama en la pared)
Bueno, hasta aquí no creo que halla nada extraordinario, es bien sabido que la resaca estimula el apetito sexual, hoy ya se han inventado pastillas Mforce, para quienes no suelen emborracharse, pero un remedio muy antiguo contra la "inapetencia" es una buena "cruda" y tener "con quien platicar".
Lo anecdótico de esta historia, era que Hétor prácticamente "no tenía llenadero" y nomas dejaba pasar un momento de reposo para que otra vez se "le enojara" aquello y... -viejita... donde andas... como dice la canción de Sabina: "y nos dieron las 10 y las 11 y las 12 y la 1 y las 2 y las 3..."
La señora pedía esquina, el lunes no podía levantarse; los niños no iban a la escuela, olvidados con los abuelos, y Hétor como burro en primavera, nomas no se bajaba del guayabo, terminando por aquello del lunes en la noche o en la mañana del martes.
Los episodios de pasión arrebatada no eran posible que pasaran desapercibidas en el barrio, pues de entrada Hétor tomaba en la "esquina de los huevones", y como todo el Domingo nadie salía de esa casa, ni el lunes se le veía ir a la tienda a la señora, los niños faltando a la escuela, la casa cerrada... solo se escuchaba el rechinido de un viejo colchón durante largas horas.
Así pues, las vecinas llegaban a advertirle a la señora cuando Hétor empezaba a tomar sus cervecitas, y ésta, con voz quebrada y angustiada pasaba a decirle: "Hay Hétor, ya vas a empezar a tomar... ya ves como te pones..."
Espero sus comentarios y colaboraciones para seguir reseñando las Anécdotas Etílicas.

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