Una de Norteños...

Aprovechando esta temporada que nos visitan nuestros paisanos, (aunque cada vez son menos los que vienen) tengo un par de historias que me gustaría compartir.
Cuentan los testigos, que llegó hasta aquellos gabachos lugares un villacosence que EN SU VIDA había acudido hasta aquel lado del río, tenía tantas esperanzas de llenarse los bolsillos de dólares, que hasta se soñaba barriendo los billetes verdes y llenando costales y costales, que cuando iban atravesando el monte entre la linea fronteriza su compañero se encontró un dóllar tirado, y nuestro amigo, con la prisa de llegar le dijo: "déjalo, al cabo allá vamos a recojer muchos..."

El pueblo hispano es muy solidario con quienes llegan al otro lado, así pues, todos conociendo su inexperiencia le trataban de apoyar lo mas posible en su estancia. Una vez quiso comparse una soda en una máquina expendedora, y los compañeros le dieron las pocas monedas que traían. Nuestro amigo le estuvo depositando pennys, dimes y quarters, (monedas de 1, 10 y 25 centavos de dollar respectivamente) al tanteo, -no era muy bueno para las sumas- de manera que cuando casi completaba el precio del producto, la máquina le indicó que aún le faltaban 10 centavos, por lo que en su pantallita apareció la palabra: dime. Nuestro amigo, queriendo apantallar, y mostrando algo de iniciativa leyó el mensaje y acercándo la cara a la ranura donde se inserta el dinero, con voz fuerte y con acento gringo le gritó a la máquina: "dame una coca..."

Este chico tuvo tan mala fortuna en el gabacho, que se terminó el poco dinero que llevaba, los amigos se cansaron de mantenerlo y pues el no se hallaba allá, como que se le hacía difícil encontrar un trabajo, nadie iba a solicitarle sus servicios, y pues el no estaba seguro de saber en que tenia aptitudes, no sabía de jardinería, a los restaurantes solo iba a comer, le daba cosa pensar en lavar platos, de albañilería apenas si sabía distinguir una pala de un talache, y pues no, quizá un puesto de jefe, donde no se tenga que hacer nada. En fin, como que el trabajo no se le daba.

Así pues, cuando decidió dar por terminada su estancia en el país de las barras y las estrellas, y sin tener dinero ni para comer, tuvo que enviar un telegrama (en aquellos ayeres no había las comunicaciones que ahora tenemos, la forma más rápida y barata de comunicarse era esta), y como se cobraba por letra enviada nuestro personaje redactó en una frase su situación e incluso la forma de resolverla, el telegrama decía: "muero de ambre, matar cochina güera"

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